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Y oí una voz poderosa que decía desde el trono:

— Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo ha desaparecido.

El que estaba sentado en el trono anunció:

— Voy a hacer nuevas todas las cosas.

Y añadió:

— Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!

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